miércoles, 9 de noviembre de 2016


Reflexión sobre lo ocurrido en clase.
Toda persona presenta algo llamado punto de quiebra en cuanto a su moralidad. Es una característica única de persona en persona, dependiente del contexto de ella. Cuando a una persona se le ofrece cierta cantidad de dinero en intercambio a una actividad, la persona puede negarse rotundamente o bien por otro lado, aceptar de inmediato, o considerar realizar la tarea. Suele haber un punto, cuando la suma de dinero o bienes aumenta, cuando la persona acepta el ofrecimiento. Sim embargo, no todo el mundo experimenta ésto; algunos tienen una gran convicción con respecto a su sentido de moralidad el cual no les permite aceptar el trato.
El presente dibujo representa el venderle el alma al Diablo, o éste ofreciéndole riquezas al joven. Usualmente cuando alguien le vende el alma al Diablo, se dice que éste le brindará riquezas y fama que la persona añora.

"Su alma estaba en sana paz, decía, porque lo que le faltaba en una lo encontraba en la otra." • Gabriel García Marquez, del amor y otros demonios

"Patio de la casa de un pintor", Martin Tovar y Tovar. •

"La humedad impregnaba el aire, y las nubes transitaban parmoniosamente por el cielo, aquella tarde.

Una figura hizo su aparición ante el portón, una figura de un pasado no añorado, no olvidado. "He retornado," la figura habló.

 "No te esperaba," una segunda figura respondió, sentada en el piso con sus pies cansados apoyados uno encima del otro. La luz se reflejaba en su cansado rostro.

"Los vientos han cambiado en el sur."

"Nunca te ha gustado el norte."

Hubo una sonrisa, y un silencio críptico. El viento sopló, las hojas de plátado se menearon con un tamborileo.

"¿Por qué has vuelto?" Inquirió la figura posada en el suelo, la de la voz cansada. La figura intrusa descendió al piso, conectando su mirada con la de la otra silueta.

"Viajé por melancolía."

"Tú eres la sombra de quien se fué, no tienes razón de estar aquí," la voz hueca y cansada repuso.

"En el sur es diferente. Las sombras se desvanecen una vez que los mortales perecen. Yo no.”

Un moviento tentativo.

"Mi lindura, ¿podríamos intentarlo otra vez?"

"Intentaste pintar colores que nosotros juntos no pudimos crear." Le posa una mano en el rostro. Rostro frío y resquebrajado y hueco. Rostro oscuro.

"El amor que nuestros mortales dejaron morir no dicta el nuestro."

"Somos sombras del pasado."

"Y como sabrás, no estamos abstentos de crear nuestro propio futuro."

Lo que no es dicho entre ellos es: te he amado desde el inicio de los tiempos, y pertenecemos lado a lado interlazados, un solo ser separado en dos. Dos mitades de uno solo.

Cuando se besan, sólo dos sombras fantasmas se unen, la solitud como su compañía. Extrañamente, parecía que el sol brillaba más de lo usual, con una intensidad inexcusable."

-María Uzcátegui, interpretación de la obra.